Queríamos tanto a Mouras


Más de mil personas homenajearon al Príncipe en Lobos, donde murió el 22 de noviembre de 1992. Estuvo su hijo, que nació unos meses después del accidente y es hincha de Marquitos.


Si diez años después te vuelvo a encontrar en algún lugar, no te olvides que soy distinto de aquel pero casi igual...", dice una conocida canción de Los Rodríguez. Roberto José Mouras mira a la multitud que lo ovaciona y parece no entender nada. Su nombre está escrito en un monolito, en pasacalles, en banderas, en las réplicas de autos de carrera, en las remeras de los hinchas y hasta en el pecho de algunos locos tatuados. Con sus diez años comprende que el homenaje es a su padre. Ese que no llegó a conocer, que se llamaba igual que él y que se mató el 22 de noviembre de 1992 en el lugar en el que este Mouritas hincha de Marcos Di Palma se encuentra parado.

Allí donde el talud de tierra se cruzó en su camino, en el kilómetro 102 de la ruta 205, se homenajeó ayer a uno de los grandes ídolos del TC. La última victoria (la 50) la logró el día de su muerte, ya que iba primero y se había cumplido más de la mitad. Ese día, como ayer, jugaron Independiente-Boca. El Rojo triunfó 1-0 pero luego Boca fue campeón...

"Roberto Mouras. Ayer, hoy y siempre serás el eterno campeón", decía la bandera firmada por el Club de Amigos de Chevrolet. Los hinchas del Chivo eran mayoría. Y eso que obtuvo sus tres títulos con Dodge. Un centenar de simpatizantes de esta marca también estuvo en Lobos para recordar al Príncipe de Carlos Casares. Ah, ése es un tema: le decían el Príncipe, el Toro, Coco... Guillermo Ortelli, el piloto que más se parece a él en cuanto a éxitos y personalidad, no tiene apodo. Podría ser el Torito. El actual campeón de TC envió un fax en el que se disculpaba por no estar (se encontraba corriendo en Pigüé). La gente se sacó ampollas de tanto aplaudirlo.

"En cuanto al manejo no hay que hacer comparaciones. Son épocas muy distintas. Yo a Roberto le decía el Chúcaro (¡otro apodo!) porque una vez me subí con él y vi cómo movía los pies. Guillermo se parece a Roberto en la personalidad. Es introvertido, no crea polémicas ni se queja de más. Mouras nunca te iba a decir nada si el motor no andaba...", contó Jorge Pedersoli, motorista campeón con el Toro (en dupla con Omar Wilke) y con Guille.

Más de mil personas estuvieron ayer en el lugar del accidente. Unas 70 Chevys salieron a las 7.30 desde Capital. Desde Carlos Casares, la ciudad donde vivía Mouras (nació en Moctezuma), también llegaron admiradores. Entre ellos Viviana Rubira, su última novia. Ella es la mamá de Robertito, el único hijo reconocido por la familia. La Justicia también reconoció a Natalia Soledad Sozzi como hija biológica del Príncipe.

Oscar Aventín, presidente de la ACTC, es otro de los que viajaron hasta Lobos. El Puma se quedó con el título en 1992. Mouras se lo peleó hasta el último día. "Es increíble la gente que vino. Pero no me sorprende. Los mitos son así. Cada año vendrá más gente. Fijate que hay chicos que, por la edad que tienen, nunca pueden haberlo visto correr", declaró.

Los niños eran la debilidad de Mouras. Cada día que pasa se conoce un nuevo acto de caridad que realizó. A una nenita que no conocía le pagó una operación de casi 10.000 dólares. Además construyó un hogar para chicos de la calle en Carlos Casares. Viajaba a Buenos Aires y compraba 100 pares de zapatillas de un saque. Sus amigos tenían prohibido contarlo. ¡Qué campeón!

Si diez años después... Diez años. La edad de Roberto José. ¿Te dije que el pibe es introvertido y le gustan los autos?

Fuente Diario Ole http://www.ole.com.ar/diario/2002/11/25/d-479864.htm
http://www.ole.com.ar/diario/2002/11/25/d-479864.htm

Mouras, diez años sin el último romántico



Voy a seguir intentándolo, voy a seguir..." repetía Roberto Mouras, mientras miraba desconsolado a su Chevrolet tras su temprano despiste en el semipermanente de San Lorenzo. Aquel 8 de noviembre de 1992 no había sido su primer susto de año. Unas semanas antes, la tensión acompañó esos segundos que parecieron eternos desde que el Chevrolet se fue de largo en la curva peraltada de Nueve de Julio hasta que se vio salir caminando e ilesos a Mouras y su acompañante Amadeo González. "Estás arriesgando demasiado Roberto" le recordaron ante el nuevo incidente. "Tengo que ganar un campeonato con el "Chivo" y voy a darlo todo" respondió sin inmutarse.

Nacido el 16 de febrero de 1948 en Moctezuma, una localidad cercana a Carlos Casares, Mouras asomó al automovilismo en el Turismo a fines de los 60. El inicio de los 70 lo vio sumarse Turismo Carretera. Torino fue la marca de su debut, Dodge, la que le dio sus tres títulos (1983,1984 y 1985), Ford la que enfrentó en una sana rivalidad y Chevrolet, la de sus más grandes victorias,como aquella serie de seis consecutivas en 1976 con el recordado 7 de Oro. Por eso ganar un titulo con el "chivo" era la gran deuda pendiente que Mouras tenía con su orgullo en ese 92 donde la carta de Ford era Oscar Aventín..

Aquel domingo 22 de noviembre de hace diez años en Lobos, Mouras participaba apartado del grupo central de la reunión de pilotos. Sin quererlo, marcaba las diferencias de filosofía de vida con sus colegas. Sin imaginarlo, anticipaba esa cercana despedida. Esa misma que se desató en al 10ª vuelta de la final, cuando su "chivo" en punta rompió una goma delantera e inició una descontrolada cabriola que terminó con el seco golpe contra el temible talud de tierra. Todos intuyeron el trágico final con ese significativo silencio que solo irrumpió un aplauso a modo de homenaje cuando la noticia de su muerte tomó forma oficial. La agonía de su acompañante González duró dos días.

Una década se cumple mañana de la muerte de Roberto José Mouras. Un tiempo que consolidó su figura de ídolo, tal vez más que en vida. Y eso que no era el prototipo de ídolo. Hablaba poco, no se mostraba mucho, detestaba las polémicas y nunca se le escuchó un insulto o una frase estridente. Hacia lo que tenía que hacer donde lo tenia que hacer sin exhibicionismo. Nada que ver con este tiempo donde teñirse el pelo o decir barbaridades asegura trascendencia por encima de los méritos deportivos. Por eso Jorge Pedersoli, quien como pocos conoció a Roberto, asegura que "por su forma de ser Roberto no se hubiese adaptado a estos tiempos de alto profesionalismo. El era un romántico de las carreras." El último romántico.
Miguel Angel Sebastián
Fuente Diario Clarin
22/11/2002